Mucho antes de que el rodillo de la industria y la razón llevara a Schiller a lamentar el des-encantamiento de la naturaleza, Rembrandt pintaba esta Suzanna animista de frondas rutilantes. Usaba un medio flamenco, parecido al de los venecianos. Se conseguían veladuras transparentes, untuosas y de mucho cuerpo. La transmisión de esos secretos se perdió en el tiempo hasta que un tipo francés que acabó de director en el Louvre dio con ellos en el s.XIX. Da para dos gruesos y trepidantes tomos de Dan Brown.