Beyond mere appropriation or picturesque photography, Landschap states an inhibited will to impersonate Dutch and Italian landscape tradition. The viewer is diconcerted and needs a second look to state the deception in a both playful and aesthetic way. A canonical bacchanal composition may conceal here a contemporary festival gathering…
Landschap series, Gran kermés, photography on wood panel, 150x105cm, 2018
Landschap series, De Waal, photography on wood panel, 150x100cm, 2016
LANDSCHAP SERIES, STUBBS, PHOTOGRAPHY ON WOOD PANEL, 100×67 CM, 2019
Landschap series, Appia Antica, photography on wood panel, 150x100cm, 2018
Landschap series, De Waal II, photography on wood panel, 120x100cm, 2016
Landschap series, Pieter, photography on wood panel, 100x67cm, 2019
Landschap series, Gran Kermés III, photography on wood panel, 94x100cm, 2018
Landschap series, Jacob, photography on wood panel, 100x67cm, 2017
LANDSCHAP SERIES, Sandro, PHOTOGRAPHY ON WOOD PANEL, 40X30CM, 2018
Landschap series, Gran Kermés II, photography on wood panel, 40x20cm, 2016
Landschap series, Jan, photography on wood panel, 40x25cm, 2018
Landschap series, John, photography on wood panel, 100x67cm, 2019
Landschap series, Albert, photography on wood panel, 80x67cm, 2019
En el 1603 Hendrick Golztius dibuja el que se supone primer paisaje totalmente autónomo: una vista de las dunas de los alrededores de la ciudad holandesa de Haarlem. Por esas mismas fechas se escribe por primera vez una palabra para denominar ese tipo de pintura. Se debe a Carel van Mander, quien calificó a su compañero el pintor Gillis van Coninxloo de “hacedor de paisajes”, para lo cual inventó el término holandés “landschap”…
Más allá del mero apropiacionismo o el pictorialismo, la serie de fotografías Landschap consiste en una propuesta decididamente desinhibida de “suplantar” las producciones pictóricas de las escuelas paisajistas holandesa e italiana de los siglos XVII y XVIII. En un primer estadio de recepción de la obra, el espectador se ve confrontado a una suerte de ambigüedad de disciplinas, cayendo en una zona de indeterminación que se resolverá por medio una segunda mirada más minuciosa. La propuesta radica, a una vez, en un juego de percepciones y en la contemplación tradicional de paisaje. Una composición canónica de una kermés holandesa de época puede esconder un simple merendero o el área de descanso de un festival de música de nuestros días.
Las estrategias formales consistirán a partir de entonces en la minuciosa búsqueda de motivos evocadores de aquellas escuelas (frondas, riberas, ruinas o aglomeraciones de fiestas populares); el encuadre alusivo al paisaje topográfico de los Países Bajos o la naturaleza “colonizada” de los italianos; y, por último, una subexposición fotográfica que recree los negros profundos de la pintura junto a un virado al ocre.
Nuestro imaginario hoy es complejo, está cargado de memoria y referencias, pasadas y actuales, que ya no operan como sistema sino como juego de espejos. Alejándome de los formalismos fotográficos de las últimas décadas, más preocupados en “fabricar” narrativas (por medio de disposición de figurantes, atrezzo o decorados) he preferido volver a la captura fotográfica tradicional, a la búsqueda de lo que podríamos denominar “narrativas encontradas”. Escenas en apariencia habituales que, por su mera composición y tratamiento, trascienden nuestro inmediato cotidiano para transformarlo en los espacios idílicos del locus amoenus.